

Su pintura ha estado siempre cuestionada. Aún hoy lo está y sólo alcanzó la fama después de muerto a la temprana edad de treinta y cinco años. Su vida, casi de novela, marcada por la pobreza, las drogas, el alcohol y las mujeres determinó una trayectoria singular que sin duda tenía que dejar huella en su obra. Se movió entre influencias cubistas y expresionistas pero no se ajustó completamente a ningún movimiento. Fue sencillamente, Modigliani.
No sólo se dedicó a la pintura, sino también a la escultura donde es muy visible la influencia de las máscaras africanas y de artistas como Picasso y Brancusi. En lo relativo a su pintura fue también el malagueño, junto a Cézanne, Soutine, M. Kisling y T. Foujita quienes más marcaron sus tendencias aunque no siguió a ninguno de ellos y creó su propio estilo. En 1917 celebró su primera exposición que fue cerrada horas después por “indecente”.
La exposición que ofrece el Thyssen está dividida en Retratros, Desnudos y Paisajes y en ella se pueden ver tanto algunas de sus esculturas como parte de sus pinturas más representativas y entre ellas los famosos desnudos que tantos problemas le causaron y que son hoy en día una muestra de su concepto de belleza tan parisina y junto a él, las pinturas de algunos de sus contemporáneos terminan de ilustrar la intensidad y variedad de los artistas que se han etiquetado posteriormente dentro de los “ismos” y entre los cuales, Modigliani, puede considerarse de una originalidad asombrosa.
Tal vez hagan falta muchas exposiciones como ésta para entender por completo a este autor y por ahora, ver esta parte de su obra y asistir a las actividades que organiza el museo durante el tiempo que dura la muestra puede ser una gran oportunidad de empezar a conocerle y apreciarle como autor en su justa medida. Una exposición para no perdérsela…